¿Que pasó con todas esas expectativas que uno tenía cuando era apenas un niño? ¿Que pasó con las ganas de ser un astronauta, presidente o princesa? ¿Es que acaso ya estamos consumidos por el sistema? ¿Aprendimos a ver la realidad tal cuál es? Estoy enamorada de la idea de volver a ser una mente perdida en un mar de aprendizajes, donde la vida parecía ser de color rosa, los amigos para siempre, las familias unidas y los matrimonios juntos "hasta que la muerte los separe". Quiero volver al tiempo que me emocionaba cocinar con mi mamá, probarme los los lentes de mi papá, hacer carreras con mi hermano o haber aprendido la tabla del seis.
Ahora parece tarde para gastar el tiempo en armar rompecabezas un día de lluvia o salir a andar en bicicleta un día soleado. Ahora me vuelvo grande y tengo decisiones que tomar. Último año de colegio y de profesorado de inglés, donde tengo que estudiar con todos mis esfuerzos. Decidir si hoy es el día justo para ir al cementerio, para hacer tarea o para tirarme a la cama a llorar. Tengo ganas de no hacer nada y estar abrazada a la persona que amo por horas, pero no siempre la vida es justa y uno no puede decidir si crecer o continuar viviendo como un niño.