Algunas veces lees un libro, sientes un extraño afán evangelizador y estás convencido de que este desastroso mundo no se recuperará hasta que todos los seres humanos lo lean. Y luego estan los libros de los que no puedes hablar con nadie, libros tan especiales, escasos y tuyos que revelar el cariño que les tienes parece una traición."
Estoy acá. Te quiero. No me importa si necesitas quedarte despierto llorando toda la noche, me quedaré con vos. Si necesitas tu medicación otra vez, anda y tomala - te voy a querer a pesar de eso. Si no necesitas tu mediación, también te voy a querer. Nunca va a haber nada que puedas hacer para que deje de quererte. Te voy a proteger hasta que mueras, y después de tu muerte te voy a seguir protegiendo. Soy más fuerte que la depresión y más valiente que la soledad y nunca nada va a agotarme. 

Amigos como los míos hay pocos.
¿Quién diría que existen lazos infinitos desde tan jovenes?



Ustedes son mi algo de azúcar en los labios.
-Me refería -explicó Will en un tono sepulcral- a las negras profundidades de sus almas.
Tessa resopló.
-¿Y de qué color se supone que son las profundidades de tu alma, Will Herondale?

-Malva -contestó él.

Había una vez..."una vez"

que a fuerza de ser contada

se repitió tantas veces

que se volvió realidad.
Fui yo.
Me alejé incapaz de hacer all in en nuestra apuesta.
Lo estropeé y luego dije: no quiero un amor estropeado.
La fuerza se me fue por las letras
e hice daño, que es lo que he hecho toda mi vida.

Te cambié por miles.
Que valían millones.
Menos que tú.