Cada uno elige de que manera quiere sufrir. Yo de chica elegía tirarme en la cama a llorar todo el día, pero los golpes de la vida me mostraron un camino diferente.
La gente que uno quiere siempre se va, nadie se queda para siempre. La felicidad tampoco es definitiva. Esa es la gracia de vivir. Sufrir también puede ser lindo.
Extrañar a la gente que se fue, que duela tanto no verlos, esa es mi manera de recordar que existieron.
Por eso eligo sonreír. Sufro todos los días, no puedo no pensarlos ni un segundo, pero eso me hace bien.
Ya voy a seguir adelante, pero ahora seamos felices.
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